26 de noviembre de 2013

Sobre los ojos

Te hablo con las pestañas, cuando me entra algo al ojo. Invento palabras para que las busques en el diccionario, y veas que no están, maldito mentiroso, me hiciste buscar, y nos reímos con las margaritas que no tenemos, en las mejillas que no besamos. Claramente hay palabras que no existen, e hice una pausa dramática que resultó serlo sin quererlo, y tú hiciste un viaje, y yo hice otro a otra parte, a mí me pareció que ya no buscabas nada dentro de mi ojo porque buscabas algo dentro de mis ojos, ese peligroso instante donde se pone en duda todo lo que parece cierto. Se improvisa un puente, y se ata un nudo que no parece soltarse ni cortarse. Y todo lo que está de ese lado se pasa para acá. Y lo de acá es también de ese lado. Así, y en silencio, se comparten los juguetes que teníamos cuando niños. Te muestro los árboles a los que me podía subir, y tú a mí el origen de tu no superada aracnofobia. Y yo a ti mi esfuerzo por no matar a ningún bicho porque no tienen la culpa de ser el bicho que tú odias. Proezas de la infancia, y proezas de la memoria; todos milagros de esa mente tuya. Boquiabierto soportando tu examen, escuchaba tus órdenes, ya enderézate. Ten más cuidado, ah, si no duele tanto, abre el ojo, por la cresta, y nos decimos estas cosas, cuando evitamos decirnos las otras cosas, porque en un momento acordamos que no hablar de nada nos venía mejor que hablar de todo. Y desde entonces he aprendido a hablarte con las pestañas, el lóbulo de la oreja izquierda, y la oscilación de la punta del lápiz que hace al escribir, y con esto pongo a prueba todos estos códigos tan llenos de nada para que algún día te parezcan tan llenos de todo. Y justo cuando no siento dolor pues has sacado la mugre sin darte cuenta, finjo otro poco para parecer afectado. No tienes nada, me dices. Yo creo que sigue ahí, te digo pestañeando. 

5 de noviembre de 2013

Perdidos sin estarlo

De lo que veíamos alrededor, los perros ladrando, la gente bailando, las nubes sobre nosotros y sus formas. Yo no conozco muchas, pero sé que hay una que se llama lenticular, pero como nunca la veo, nunca va al caso. Se acercan los perros, yo hago como que te cuido porque en realidad no hace falta. Siempre he pensado que los perros dan la impresión de que están perdidos, sin nunca estarlo realmente. Me gusta cómo vienen como buscando algo que sabían que no encuentran aquí, vienen como pasando, revisando. Tú no podrías verlo porque te escondes en mi ropa, rogando que se vayan. ¿Tendrán hambre? No creo, es cosa de mirarlos. Les va bien. Y los veo irse, y con el rabillo del ojo miro lo que piensas, y te has quedado en otra cosa que ya hablamos, o que ya hablaremos. Hace rato habíamos hablado también de la honestidad sin miedo, pero ya hablábamos de nuevo sobre lo rico que es dormir y comer. Comer y dormir. Qué comer, y cómo dormir. O no dormir en lo absoluto. Y en vez de eso, madrugar. Y cómo madrugar. Cambiar de tema es natural; es bajar un escalón y cambiarse de vereda. Y la gracia de cambiarse de vereda es ver todas las vitrinas, sin comprar nada necesariamente, pasear por gusto. Porque por principio, no hay nada más interesante allá que en esta vereda de acá, y así vamos como perdidos sin nunca estarlo realmente. Ese recorrido lo hacemos los dos, tristemente, hay otros que hacemos por separado. Yo a veces me pierdo, y voy pretendiendo no estarlo. Me pregunto cosas, me respondo otras por mi cuenta. Hago acuerdos, compromisos, y me doy plazos límites unilateralmente. Hay pésimas ideas en ese infierno. La peor es la posibilidad de no tener que ver contigo. Porque si no es así, en este pasto, en esta calma, en estas nubes sobre nosotros, afirmo no querer ninguna otra cosa que no se le parezca. Y mi recorrido es caótico y errático, y lo peor de todo, es eterno. Tú haces otro recorrido, el tuyo propio, que nada me compete, pero a ver si al final nos encontramos. Antes de que te pusieras de pie, te detuve. Amor, vamos a alguna parte? Sí, ps', acompáñame a comprar es que muero de hambre.. Pero yo me refiero a si vamos - a alguna parte. Sonreíste.