13 de junio de 2009

Anónimo de nombre y apellido

Cuando el reencuentro sea el punto de partida, ahí voy a estar.

No me voy a esforzar en contar algo que todos sepan. Voy a dar por sentado que todos sabemos cómo es despertarnos con ganas de caminar. Un natural ejercicio de moverse de un lugar a otro por sí mismo, dejando de lado las comodidades modernas. Como el cavernícola que salió de la caverna. Como el exiliado. Como el cartero. Como Juan. Como el hombre mismo, que no camina sólo para moverse, sino también, muy de vez en cuando, para alejarse de su cabeza, como sus pasos lo hacen de su lugar de origen. Te alejas, te hundes, te metes y vuelves a salir en un tunelcito de anonimato, nada tiene que ver contigo, con ella, ni con nadie. Los faroles se han encendido, y apagarán más tarde. Y así. Los locales de San Antonio empiezan a cerrar, y yo no sabía que hoy abrían. La basura se recoge en el costado de cada calle, y el vaho de las respiraciones se agitaban por el llegar a casa. Las micros se tragaban a la gente, y se las llevaban lejos. Los demás miraban por sobre el hombro cómo se alejaban, y se volvían a esperar. Sólo cierta calma al andar te permite ver cómo los demás tropiezan y codean. Y la verdad es que me entretiene. Sólo cuando no soy uno de ellos. Al mantener la distancia, juego a esquivar, o a adivinar. O a veces cuando estoy indeciso, hago votación. Y siempre gano. Ahí la señora con el niño, lo tira con violencia del brazo, va practicamente volando por la calle. El niño mira a su madre, con miedo, con amor; es la única que tiene. El vendedor con los ojos perdidos cuenta las monedas dentro de su bolsillo izquierdo, y sujentando la caja con la otra mano, calculando si habrá fin de mes. Las parejas en frío calor buscan secretos de oído a oído, postergando el amor, 'espera a que lleguemos', se prometen. Una mujer sale de un local más adelante, y avanza por este lado de la vereda. Viene con el pelo mojado y peinado. Sólo mira el piso, no quiere toparse con nadie que la conozca. Yo tampoco te conozco. El local era un café.

Apuraba el paso. ('Yo tampoco te conozco')

'..espérame ahí, que yo.. te quiero,.. dónde los compro? Ya salí.. tarde, no la conozco, te lo juro.. vamos a tener que.. ese me tiene chata, no lo.. creo que tengo algo que decir.. hablamos más tarde.. el fin de semana..cómo??.. No tengo señal acá.. lo terminamos mañana, pues!, no, de todas maneras.. de aquí treinta días hábiles a más tardar.. sin falta...mañana... ' Y la conversación, aunque entre cortada, prometía, y seguía. En vista (?) de lo escuchado, convencido estaba que bien no estábamos, y que claro no hablábamos, y que decíamos lo que no pensábamos, y que el orden de las palabras en la oración invertíamos. Pero me entretenía, ya lo dije? Sólo cuando no fuera uno de ellos.

Santa Rosa con Alameda. A la vuelta de la esquina parecen más apurados, más tristes, más grices, más todo. Y yo los creo más íntimos a medida que pasan; él dice: mañana pediré aumento, ella piensa: van 4 días de atraso, me ignora. Otro gruñe: 'montón de payasos..'. Pasan rápido, más serios, más muertos, y yo los adivino al vuelo. Yo sé que sonrío, no porque me vea, sino porque quien me ve se molesta, o me sonríe de vuelta. Yo sé que voy lento, la gente me pasa, me empuja porque quieren ir primero, llegar primero, cruzar primero, salir primero, subirse primero, sentarse primero, empujar primero. Pero yo no, oye, yo no compito. Yo, por lo mismo, no pierdo. Por ese minuto, me siento más, como aquel que no se involucra, y va paralelo. Los segundos sin cáscara no me traban, no son excusa. Inhalo lo 'viviré'. Comprehendo lo despedazado.

Sra. Perfume-a-mall tiene problemas en el trabajo. Don Calvicie se cansa más rápido, pero quiere ver un nieto suyo. Srta. Ojitos-claros me distrajo, y lo sabe. Sr. Corbata-a-rayas piensa cuánto hay que humillarse para ser parte de algo. Sr. Cobranza no piensa en otra cosa que no sea en teatro. Doña 'Quiero-que-me-roben-el-celular' insiste que no piensa pagarle ni un peso a nadie. Sr. Dientes-picados piensa que miro mucho. Srta. Ejecutiva no tiene tiempo para huevás, sólo quiere que la tomen más en cuenta, o a veces, que sólo la tomen. Sr. Gay se pregunta si el Sr. del anuncio también lo será. Y Srta. Bonitos-Rasgos piensa que aquí Sr. Analítico piensa mucho, y de seguir así se tropezará con algo, por no caminar como se debe. Y yo diría que hasta le hallé la razón. Pero crucé al otro semáforo, y nos perdimos de vista.

Dónde andabai? - Salí a dar una vuelta.

Cuando el reencuentro sea el punto de partida, ahí voy a estar.