31 de marzo de 2016

22 de marzo de 2016

#2

Nos robaron las puestas de sol con sus edificios
pero la gente tiene que vivir en alguna parte
tiene que comer,
tiene que cagar en algún lado,
botar la basura,
y recrearse en otro.

Nos robaron la imaginación dándonos
de comer,
de pensar,
de hablar.

Mi voz es el eco en una caverna ciega,
pero mis gritos son una tanda comercial,
un arrebato parrtime.
Lucidez a subcontrata.

Daltónico con los días de la semana,
y miope, por la rechucha.
Trancé la nitidez por la perspectiva,
el enfoque por la claridad.
A la oscuridad avanzamos todos
a tientas,
yo lo hago desde antes.

Cuando pienso que se me acabó la rabia,
pienso que se me acabó la labia.
Siento que se me pasa
bajo la cabeza, saco el celular, y miro la hora,
cambio la canción y asiento.
No miré la hora y ahora soy uno más,
que dice que va llegando cuando va saliendo.
Se me va pasando, en verdad,
bajo la cabeza y soy una nuca más
háblale a la mollera porque like.
Estoy acá sin estarlo.

Filo,
voy tarde,
como en todo.

17 de abril de 2015

Sobre apuntar

Unos piensan hacia dentro, o hacia arriba, o hacia afuera, y así intuitivamente vas sabiendo de lo que hablo. Y después para celebrar nuestra diferencia y justificar nuestra naturaleza, diremos que somos los únicos capaces de hablar de dirección, por solo esa capacidad de proyectar un vector desde la punta del dedo, y así hablar de lo mismo. Apuntamos la niña de los pantalones, los árboles, la injusticia. Apuntamos y hablamos. Nos apuntamos los unos a los otros, pero nunca a nosotros mismos.

16 de abril de 2015

Ensayo

Un día me comparé con el cómo crecen las plantas; dentro de lo poco que sé, una planta crece acorde a un tamaño proporcional al que su raíz le permite, y ésta, a su vez está determinado por el tamaño total del macetero que contiene la planta y su raíz. Es decir, la planta se adapta a la circunstancia y crece en la medida que no deforma el contenedor que le da vida.

En el ajedrez, el valor de cada pieza está en relación al número de piezas restante, tanto las propias como las del contrincante. Claramente, hay una obvia jerarquización del valor individual de cada pieza, ya que no es lo mismo perder un caballo que una reina. Pero como eso no aporta a la reflexión final, me apego a lo ya mencionado. El jugador cuida las piezas que aún continúan en juego porque éstas le permiten un mayor control sobre el tablero, y por tanto, sobre el juego. Cada movimiento toma en frío cálculo la supervivencia de las piezas claves por el mayor tiempo posible. Pero claro, dada la naturaleza del juego, existe cierta necesidad de transar piezas por piezas, y dependerá de la habilidad del jugador hacer que ese intercambio sea más favorable para su lado.

Yo decía que me comparo a la forma que crecen las plantas, y me refería sobre el valor de cada pieza en el ajedrez, que sin saber mucho de jardinería ni de ajedrez, me entretengo buscando patrones, especialmente donde la posibilidad de haberlos sea remota. Y esto viene al caso de que me acerco a la última página en mi libreta y cada vez estoy más consciente y atento a lo que quiero escribir a continuación. Me detengo a escribir menos, porque tengo menos espacio para ensayar y errar. Calculo cuidadosamente el tamaño total de mi circunstancia, y determino la viabilidad de mi próximo ensayo en relación al número de mis páginas restantes. Y no hace falta que sea un ensayo, ni siquiera esas incoherentes, ilegibles y triviales anotaciones me doy el gusto de anotar, ya que intento preservar las pocas hojas que van quedando para algo con más sustancia. Y así veo que mis decisiones de lo que escribo se basan en el número total de posibles cosas a escribir. Al igual que la planta en un macetero, la circunstancia actual es proporcional a las posibilidades totales.

Creo que muchos de nosotros operamos bajo la misma lógica. Vemos qué haremos ahora con lo que queda. Y al decir 'lo que queda', en su sentido más amplio, podemos hablar de cualquier cosa: horas del día, días de la semana, días a fin de mes, años de vida. Es como un carpe diem que tenemos asimilado sin que nos lo digan. Me parece, eso sí, que el error viene al momento de calcular el tiempo total. 

7 de abril de 2015

Gíglico en chapó

Álices de frutes son les disvarías que mastratan, que ocosan, pero siempre ufruben todo aquel que cinte las descongitabias. Pero si llega el momento, debeterás cratificar la zunia de no pasmillar la frotancia, de labilizar los arromellos de sus priomenizas para así tal vez, y sólo tal vez, drasfenizar el vuelo, como los yúntigos afalzan las catromedias desde sus pliégonos.

11 de mayo de 2014

Dejamos de llamarnos nombres, como esos gentilicios que ahora habitan solo el fondo marino y los libros de alguna historia. Cartaginés, atlanticense, o pompeyo. De todos ellos, más me gustaba llamarte 'mía'.

17 de abril de 2014

Viaje

Un día me habré cansado de mirar las mismas vitrinas, ver las mismas señoras atendiendo trás el mesón, envejeciendo bajos los ojos y las manos, y me habré cansado de escribir en las mismas banquitas frente al sol, de tener esa pseudocerteza que conozco a todos los que veo pasar para irme a un lugar donde creo reconocer a ninguno, donde los nombres de las calles sean metafóricos misterios, coordenadas, directrices que jamás dominaré completamente, que solo intuiré a tientas, como se hace en una habitación oscura, caminaré torpemente dando golpes con todo lo que no es familiar, y bautizaré con líquida nostalgia cada pasillo hacia esa atávica locura con la última tinta que quede en la punta de mis dedos.

5 de enero de 2014

Ascensor

Nos topábamos en el ascensor la mayoría de los días. Por mucho tiempo no quise hablarle porque es demasiado evidente la tensión que hace el silencio, y mucha gente se apresura en hablar, así que no quería que pensara que yo le hablaba por hablar. Durante varias semanas esperé pacientemente alguna oportunidad para saber de ella. Nos encontrábamos cerca de las 7:30am en la mañana al salir al trabajo, y rara vez fallábamos. Siempre impecablemente vestida, va con una actitud poco amistosa, hasta hostil, diría. Es esa misma actitud que adoptan quienes lidian con personas desagradables a diario, y han asimilado esa disposición magistralmente, una mezcla maravillosa de ser distante sin ser mal educada. Debe ser la persona más atractiva donde sea que vaya, y no puedo evitar pensar en cuán molestos deben ser estos patéticos intentos de abordarla y ser cortejada por el imbécil de turno. Al empezar a bajar, evitaba todo contacto con los espejos, que pudiese suponer un accidental contacto visual. A veces sentía que la compadecía. También en la tarde nos encontrábamos. Eso sí, su actitud era otra completamente distinta. Vi una vez mirarse despeinada y sonreír, como riéndose de ella misma. Cerca de las 8:45 pm, yo bajaba a comprar cosas para la once, aunque muchas veces no me hiciera falta nada. En ocasiones calculaba mal, y bajaba solo, y cuando venía de vuelta, ella se bajaba del ascensor al que yo me iba a subir. Me amargaba un rato, pero después al rato se me pasaba porque me ponía a hacer cosas. Dentro de todo, era un agrado tenerla de vecina, y topármela por accidente. Saber que estaba por ahí, y podían coincidir los horarios, y tener esos ratos, donde yo me la imaginaba honesta y graciosa, y amable y sin ser una exageración.

Creo que me gustaba por varias razones, pero al mismo tiempo, me gustaba por ninguna en particular. Habiendo conversado individualmente con algunas personas, se me dijo que me gustaba porque no podía tenerla. Que yo, sin haberlo querido, fantaseé con ella toda, llenando los vacíos con mi propia imaginación. Pero para serles franco, tengo pésima imaginación. Cuento las cosas tal como me sucedieron, porque no puedo escribir de otra cosa. No imaginé nada. Subiendo hacia número 7, tuve una breve epifanía y lo vi. Ella miraba su celular, y todo el pelo le caía sobre la mirada. Aproveché eso, y nos vi reflejados en el espejo tal como lo que éramos. Extraños. Unos transeúntes que coinciden diariamente en una circunstancia concreta: este ascensor. Admitiendo ese hecho, lo demás viene naturalmente.

31 de diciembre de 2013

Bien

Me acuerdo que iba a hablar de las cosas que decidí olvidar,
...
pero que me vaya quedando sin ideas antes de empezar
debe significar que voy bien.