18 de diciembre de 2009

Siéntate

... Voy y vuelvo, pero cuando llegue, quiero encontrar todo tal cual estaba. Esta ropa arrugada está así deliberadamente, y esa polera aún se puede volver a usar. Sí. Este es mi espacio y tiempo, y apreciaré que lo aprecies. Toleraré ciertas cosas, como que te rías de mi genio, que menciones que hablo solo, que remarques que tengo espasmos extraños e inexplicables, y tu afan por el deporte de la discusión. Acepto que soy sencillo, hago figuras imaginarias con chicle, y humildemente a la hora de once siempre tendré una o dos cosas para echarle al pan. Que mis conversaciones son de lo más normal, y siempre recuerdo algún dato que no viene al caso, que los demás llamarán 'incoherencia', y siempre se me nota un poco más, cuando nervioso yo, intento mantenerte entretenida. Es mi complicada y simple forma de amar, y si te digo esto, es porque ahora que te estoy mirando, y enfrentándote, no hay más fiel versión de que este soy yo, muerto de miedo.. que ojalá no me mires, que ojalá no me llames, que ojalá no me juzgues, no me malinterpretes, ni te burles. Ojalá tirarte lejos, para luego traerte con más fuerza. Ojalá morirse, para nacer después. Ojalá no acordarme de nada, y quererte sin prejuicios, pero, 'si de eso dependiera, cruzaría dos veces lo sufrido y lo llorado'. Me he nutrido, y me nutriré de esto, también, sin duda. Con más miedo que certeza, abriré lo cicatrizado, como en una mismísima prueba de amor, mostrándonos que siempre puedo estar en un lugar donde nunca antes había estado. Puedo tragarme los inviernos una mañana, y esa misma tarde florecer a primavera. Y eso es lo que haré; eso es lo que hago. (...) Ahora voy y vuelvo, que es muy pronto para que me veas llorar.

<3

12 de diciembre de 2009

Voy y vuelvo

En las paredes los comentarios mas bizarros, o sea, 'valientes'. Mientras cae, me elevo y entre los saludos de todo tipo entendí que la última cubeta en llenarse es a la que se le tira el agua directa, y quedarse sentado es llenarse con pan.
(...) Tiritón de la muerte, salgo y de qué estamos hablando?

31 de octubre de 2009

RE:

"...Quizás el atado es otro, y ni me lo has dicho, y quizás por eso te dai tanta vuelta, haciéndome pensar que la culpa la tengo yo. Y para de hablar de 'relación en picada' que me hace pensar que querís puro terminar.. y si es así, dímelo, y parai tu dramático show. Pero si quieres seguir, pon de tu parte, y please, para la huea. Sorry si no soy tan diplomático, pero no es tema nuevo.

Aparte, cuando me veas a MI hablando de 'relación en picada' y cosas así, cuesta MUCHO hacerme cambiar de opinión. Así es que SUGIERO que hablemos de la mitad del VASO LLENO, que de la MITAD VACIA.

Llámame cuando quieras decirme algo que yo no sepa."


Ahora me río.

26 de octubre de 2009

Nota en el refrigerador

"Te extraño tanto"

... Y de todas las cartas que sobreviven en algunos cajones de la casa,
ésta debe ser la más honesta


...porque hablaba por los dos.


28 de septiembre de 2009

a Cómplice Velo del Parque

Te vestías suave, tu pelo mentirosamente precioso, y tu inigualable sonrisa. Tus ojos impecables, y el delicado vaivén de tu cabello al viento que hacía de velo al reino de fragancias prometidas que escondes en tu cuello... y para evitar tropezar, me fijo en el camino. Muy probable, es que tropiece igual.

La pausa de la tarde era consenso. Como el puntual regreso a casa, cuando cumpliese la hora, y cómo el atardecer hacía rojas peripecias en los últimos rayos de sol, para dar luz a este último momento.

- Estamos condenados.
- Por?
- Porque lo acabo de mencionar.
- O sea, de no haberlo dicho... podríamos haber ignorado el hecho.. ?
- Exacto.

La bondad de confesarse ante las anónimas miradas de los demás, en medio de risas, pasteles, mantos, cucharas, y de los triciclos rondando tiene un coraje especial, que nos advierte a no atreverse, pues anónimos somos todos, y de fallar aquí, me hará temer por las ocasiones venideras, donde siempre soy un punto imaginario dentro del inapelable anonimato. Como hoy.

Nos balanceamos con el mismo poco entusiasmo, y dibujamos tímidamente en la tierra mundos paralelos con la punta de nuestros pies. Culposas formas de mundo, yo con mi zurda en mi porción, tú con tu diestra en la tuya, que al terminar de dibujar, hicimos presentarse uno al otro. Miramos este cuadro a nuestros pies, pero yo, como siempre, te miraba con el rabillo del ojo. Yo hice las manzanas, tú hiciste la gravedad. Yo los puntos, tú las ies. Tú hiciste el departamento, y yo hice que el sol le diera en la tarde. Tú las anécdotas, y yo la inevitablemente sugerente mirada al escuchar. Y ante esta maravilla de encontrar vida al otro lado de la zapatilla, de dos mundos perfectamente compatibles, te vi sonreír.

Trecientos ochenta y un pasos antes, y yo estaría despertando quizás en otro lugar. Nos despedimos con el más inexistente de los besos, bajo la mentira más sincera, pues en esa zona tuya donde los demás sospechan o especulan, yo tengo sólo certezas.

En algún punto de la tarde, todos se habían marchado. Los restos y fantasmas son las huellas de varios episodios familiares que se escribieron y se vivieron en ese parque. El balanceo de los columpios en los que estábamos continuaba, serenamente nos complacía, pero el movimiento se atenuaba. Esa mirada tuya es el preludio, en donde nos ponemos torpes, la conversación divaga, y tus manos parecen pasear, como si quisieran toparse con las mías. La fuerza de mis propios latidos me agitaban, la certidumbre de la espera, de aguantarse, de hacerse esperar. Y en el agónico segundo último, 'Estoy despertando...', te confesé. Con la valentía que nos domina al ver todo desaparecer, con ese onírico coraje único, tomamos iniciativa. Ahora sin excusas, me acerqué, reino de fragancias prometidas, imprimí mi fuerza en tus labios, y me dejé arrastrar por tu calidez tan-bien contenida. Nos mantuvimos cuánto pudimos. Precisamente en esto comencé a perder los sentidos, era mi horrenda transición a lo real. Tus rodillas dejaron esa agitación nerviosa, y luego dejaron de estar ahí, sentadas frente a las mías. Tus manos, sin dejar de entrelazarse con las mías, y en el desespero a la irremediable separación, sujetaron con fuerza, justo antes de desaparecer. El placer de lo tangible desvanecía. La humedad de tu boca me susurró justo lo que necesitaba oír. Antes de caer de golpe, procuré recordar tus ojos y esa expresión de irrevocable tristeza, para arrebatártela, y cargar con todo yo... como último favor.

Me expreso en puntos aparte, lo sé. Pero siempre, muy de vez en cuando, irás escuchando de las mismas frazadas que quieres escuchar, los mismos pasos, los mismos secretos que resulten familiares, las mismas bancas, los silencios, el rubor, el roce, y de la posibilidad infinita de algo que no ha ocurrido.

Estas sábanas, confundido, y mi mente rastreaba el camino, o si acaso habrás soñado lo mismo que yo.

Aún esencialmente enamorado de algo que no existe para mí.

5 de septiembre de 2009

De sueño en sueño

Un silencio jurado y respetado. Las mantas y frazadas les tapaban de la oscuridad ahí. Un jugueteo de analizar lo innecesario. Sin tocarse. Aplazándose uno al otro. Haciéndose esperar. No por orgullo, no por capricho. Por el afán de hacerse esperar. Miraban más allá, con la honestidad que trasciende, llegaban al fondo vacío, donde no existe el color, donde la ciencia había fallado al intentar colocar nombre, ese punto visible para pocos donde la imagen se traduce en recuerdo implacable. Cada uno se sumergía en el iris del otro, y con visible entusiasmo, comenzaban a relucir sus verdades, sus aciertos, sus ciertos, y no tan ciertos. Sin prisa, irían de lo básico; de niñez, de juegos, de inviernos, de pan tostado. De miedo, de encanto, de pereza. Por satisfacciones, ilusiones, y trampas. Por engaños, llantos, y lágrima. Al cielo, al parque, y al silencio. Hasta el fuego, el tiempo, y la espera. La noche, la respiración, y los gestos. El roce, el titubeo, y la cercanía. La oscuridad, la calidez, y esas frazadas.. un salto a lo eterno, tropezar con las palabras, y caer en ese medio metro donde se debatía la vida y la muerte, de ese mismo momento. El rubor escandaloso, el deseo febril, y la falta de palabras. 'Hoy no tengo palabras'.

Era el camino a casa. Y ahora se veía saltando y esquivando pozas y trozos de ayer. Ambas, pozas y trozos, traídos por la lluvia de anoche. Era un desfile de eventos aparentemente insignificantes. Ya tiempo después lo pensó, pero el subconciente es una cosa curiosísima. Una señora reía y luchaba con un paraguas defectuoso. En la pausa del semáforo, eran dos sueldos mínimos, un cáncer a los pulmones, un potencial Alzheimer, un portador y futura portadora, ambos de la mano, y todos ellos, esperando la luz verde. Por encima de un hombro, vió un pájaro conversarle sobre las facilidades de volar. Acicaló su ala antes de emprender, 'Vuela!', le miró en un extraño acento, que sólo comparten las aves citadinas. Había dado el verde, y siguió. Un tanto lento, y casi sin reacción, siguió el ave con la mirada, y su rostro se mantuvo enfrentando al cielo, más que nada, esperando una gota. Nada, aunque todo sí se mojaba alrededor, ni una sola gota parecía dispuesta a dar con él. En la desesperación de no estar entendiendo, decidió cansarse en la tarea de conectar ideas. Bajo la convicción de que hasta en las más bizarras realidades existe un ocioso titiritero dispuesto a dibujarte con migajas de pan el camino a casa. Pero que al perder ese camino, esa migaja, sabes que no hay más oportunidades. La ayuda es sutil, pero de no apreciarla, se vería en el más oscuro de los callejones a recorrer. La inequívoca sensación de perderse en una multitud. Intentó recuperar el ritmo, tratando de averiguar qué es lo que esta escena tenía para él. Pensó en el paraguas defectuoso, en la luz verde, en volar, en la lluvia invisible, en la vuelta a casa, en las distancias. Comenzó a contar los pasos, a ver si en cada tramo había algún número escondido que resultase revelador. Sumó las edades de la gente que se topaba. Contó y separó por categoría cuanto detalle podría identificarse. Abrió los ojos, sumó y restó, y así se despegó inevitablemente de lo cierto, y se equivocó, un sin número de veces, en un torbellino de números paralelamente insignificantes, con el vertiginoso miedo a perderse. (...) Justo antes de que el cansancio se hiciera definitivo, en la espera de algún otro semáforo, frente a la otra calle, habían diez policías, dos eran mujeres, y un calvo, y entre ellos, la notó. Ahora distraída, como buscando algo, murmuraba números. Verla ahí fue el vínculo entre recuerdo y recuerdo. De un íntimo deseo febril, a un perfecto desinterés casual. Llevaba en la mano izquierda las decenas, y en la derecha las centenas. Y al pasar junto a ella, escuchó que sumaba el paso trecientos ochenta y uno.

Este precisamente había sido el sueño. Parte de todo esto nunca ocurrió, y nadie tenía porqué acordarse, ni mucho menos entenderlo. Era un silencio jurado y respetado.

Limitado

Hoy no tengo las palabras.
Sólo tenía éstas.
.
.
Sólo estas palabras.
.
Hoy no.

21 de agosto de 2009

Lluvia a la revelación

Hola

Hoy me alejé de los círculos y de los ambientes, esperando estupideces. Como que alguien dejara de respirar, como que alguien comenzara a cojear si lo hiciera, como que alguien rompiera en llanto, o como que en algún idioma una palabra dejase de existir, o en alguna otra tonta ilusión. Desaparecido, me he estado martillando la cabeza con el muro ya demasiadas veces, y el acto comienza a ceder. Sangro la misma idea, escupo el mismo error, una y otra vez. Pateo y salto sobre las pozas, pero el único que se moja soy yo. La idea de estar así me tortura, y la idea de quizás cuánto dure esto termina por matarme. Pero aquí estoy, haciendo del proceso un juego, pretendiendo que no me importa, y aguantando. Aguantándomelas.


La verdad, solía ser un hombre de fe, pero no de la cristiana, claro. 'Fe' en su amplio sentido de esperar el bien, en el optimismo como motor del día, en que cada mañana se hace y deshace como yo lo decida, era cosa de planteárselo, y ya estaba. En el mismo sentido donde las casualidades se cruzan con lo cotidiano, y podías encontrar al amor de tu vida en el trayecto a la panadería, una tarde cualquiera. Creía firmemente en una invisble cuerda floja donde yo ahí hacía mis malabares. Parecía peligrar cada segundo, pero la verdad yo no conocía los inconvenientes, los retrasos, los imprevistos, y/o la mala fortuna. Todo resultaba. Comentarios ácidos y mal intencionados eran aceite en mi fuente. Créeme, tenía el ánimo para reírme de las guerras mundiales. Ahora, vivo rodeado únicamente de fantasmas. Mientras hacía la fila, una niña intentaba manipular una máquina dispensadora. Creía en esa vieja moneda como si fuera la llave maestra al paladar feliz, pero después de unos minutos sus gestos y su cara se ablandaba al notar cómo no podía relacionarse con tan fría y ajena máquina. Volvió la vista buscando ayuda, y me pareció conmovedora la ternura con la cual la pequeña se desentendía de lo que la rodeaba, y miraba atentamente para aprender, y cómo ella entendía algo por primera vez. Algo tan cualquiera como usar una máquina de dulces. (...) No negaré que lo quise tanto como si fuese mío. Y que no hay niño que no me lo recuerde. Y no hay niño que no evite.


Todo vuelve, gira, y da la vuelta. Hay hechos, y sobretodo nombres, que me golpean en la cara, luego, los veo desaparecer en el horizonte, dan la vuelta al globo, y me dan en la nuca. Casi tanto metafórica, como literalmente.


Míreme ahora, ud. Mr. R, y veamos si respondo en parte lo que me pregunta:

Súbase a una micro, e ignore la canción que traen los músicos. Olvídese que es aire de sus pulmones el que suena, y olvídese también que son sus curtidas manos las que se abren el paso en el compás, en el tiempo, en el aire, en ese pasillo, entre esos pasamanos. No le preste atención al premeditado espacio que existe entre cada uno de ellos, ni a sus miradas cómplices, ni a la mística de la agitada guitarra, de la danzante zampoña, y de las carraspeadas voces de trinchera, en la guerra acústica ante el estruendo de la maquinaria. Haga eso, y mire el paisaje idiota, y engáñese con la idea que alguien pulsó 'Play', ya mal acostumbrado con la producción en masa. No es lo mismo escuchar una canción que asimilarla.


También sería como olvidarse que la idea de la palabra 'beso' tiene una cercanía implicada que muchas veces pasa inadvertida. Que 'beso' tiene muy pocas letras como para asimilarlo esa primera vez que se da. Por suerte, siempre hay nuevas 'primeras veces'. Tiene matices, tiene esa conocida respiración, tiene esa calidez, tiene esa sudoración, tiene esa distancia que se congela a sólo centrímetros, y si se sabe, gusta que se mantenga. Pues también tiene esa espera... que también es un grato matiz. No es lo mismo mencionar 'beso' que vivirlo.


Como un 'abrázame' susurré en secreto.

Llámelo 'absurdo', pero últimamente he visto bastantes 'absurdos' y existen algunos que me hacen - hasta - feliz. Corté una flor del jardín, y créeme que no estaré intentando llevar el jardín a otro paisaje. Estoy simplemente diciendo que existe un abismo entre mi gesto, y la sonrisa que le provoqué. Yo le diría gratitud, mera gratitud. La aceptación a esa alejanía que jamás estaremos ni remotamente cerca de suplir. La mística complejidad de hacer música, o el eterno caudal de emociones al besar, o una silenciosa petición.. Y la aceptación a ese vacío, a veces, son 100 pesos, a veces, es un tierno beso, y una vez, para mí, fue un nocturno abrazo culpable que se me correspondió.



Dije que no lo haría, y lo hice.
Dije que no volvería, y aquí estoy.
Dijeron que no llovería, y llovió.


inestable,
D.


PD:

Merced con San Antonio, 21:30.
Estoy bien, sólo un poco desabrigado, y con algo de hambre.
'Voy y vuelvo'.


CC: A todos.

Con el mismo dolor, he dado a luz a un texto.

19 de julio de 2009

sangre de la Sangre


El más mínimo de los detalles era motivo para una excursión a la nada, ida y vuelta. Podía, por ejemplo, palpar y mirarse los dobleses de su camisa, e imaginar todo el proceso de sus vestimentas; cómo habían sido delicadamente planchadas, y cómo fueron cosidas en un principio, si así quería visualizarlo. Podía imaginar a su madre una delicada mañana del día domingo, mientras todos dormían, espiar a su madre en la habitación contigua a la cocina. Sus ligeros pasos, casi dormidos, podían perderse en la madera de la gran casona. Ser el primero en levantarse tenía sus ventajas. Mientras todos dormían, no habría quién la obligara a ser madre aún. Podía mirarla, y cómo ella, parsimoniosamente, cubría toda la superficie de la camisa con la plancha, y cómo al terminar, la doblaba, y continuaba con la siguiente. Y con la siguiente. Era ella. De ojos exactos y expertos, aunque inexpresiva, inerte, ida. Pero incondicional. Más que incondicional, invariable. Y se podía quedar ahí, espiando, todo lo que la maravilla del silencio se pudiese prolongar. Y atesorar eso. Como el más vívido de los recuerdos. 'Qué miras?'.

Que cuando lo vieran, le mirarían de pies a cabeza. Estar bien vestido dependía primera y casi únicamente de cómo tus zapatos se vieran. Casi innato, pero bien sabía que es adquirido su afán por mantener sus zapatos lo más pulcro posible. Aunque nuestras virtudes son las que hablan por uno, los demás empezarán hablando por cómo luces. Es ley natural. 'Todos lo hacen', pensó. Esa niña en 7mo básico. Dijo alguna vez recordar su nombre para siempre, pero por suerte nadie vió esas primeras y secretas lágrimas de amor, ni su juramiento al cielo, ni ese tierno arrepentimiento, al que sólo se llega tiempo después, que realmente sólo lloraste suficiente. Y que las lágrimas crecen como las sombras crecen cada noche. Y vuelven a salir. 'Yo sí sé..' y sí que sé de decepciones. 'Cómo?'

Los acordes le entretenían. Le divertía el modo en que el perro seguía el sereno ritmo de la acústica, y cómo el chico con su canción parecía hacer dormir al mismísimo día Domingo. Los tres parecían tener una especie de agrupación, a pesar que no sabía muy bien cuál era la función de él en ésta. La del perro, sí, claro, cuidar la casa. Pero hoy no, hoy no había que temer. Hoy podía descanzar junto a ellos. Y descanzar más tarde. 'Te gusta esta canción?' Cerraba los ojos, y asentía en aprobación, con una expresión de estudiar y disfrutar cada acorde a medida que se escuchaba.

Vivía momentos de repentina lucidez, de destellante claridad. Uno que otro momento para compensar la eterna ceguera y milenaria disociación. Caer como accidentado en cada almuerzo, aturdido de entrar de golpe en cada conversación de cero. Negación, depresión, y aceptación en una cucharada. En una sonata. En un nieto tocando. Más tarde, sólo muy de vez en cuando, los eternos retornos acometerían una ocasional y temporal revelación. Revelación de viento y polvo, donde la envolvente música, las sonrisas, las caricias, la calidez, las mismas arrugas de mi mano, y el extraño y poco entendimiento de lo que me rodea se tornan en un difuso y opaco cuadro. Como cuando la falta de luz no deja ver formas ni colores, un cuadro del que no se pueden sacar conclusiones. Ya no confunde, y no me fundo en él. Sobrellevo la carga de lo eterno, y floto por orden natural. Las respuestas se asoman en vaivén inexorable, de lo parcial, primero, hasta llegar a las puertas de un viaje astral. Despojarse de las creencias implica ser más que lo divino, y menos que el hombre. Entender que hay que ser guiado, como lo es el infante, para aferrarse y entender el mundo, y guiado después también, como el anciano, para soltarse y disociarse, hacia el día, hacia la noche, para caer acá, asintiendo y asintiendo.


- ¿Y a qué hora almorzamos...?
- Ya almorzamos, abuelo...


El viento nos era gentil. Lo acuoso de sus ojos lo acusaba, la pena termina por matarnos. ¿estábamos sentados así hace 5 minutos o fue que siempre estuvimos ahí? Yo seguiré tocando, aún después de todo, aún después que él olvide mi nombre, yo seguiré tocando para él.

13 de julio de 2009

Ni en el arder del cigarro


Lo apagué cuando dió amarillo. El fuego me lo dió un cartero.

Ciudad entre cerros. Y yo echando humo. Alguien los compraba en el quiosco, a otro lo vi botar una encendida bocanada, ella lo apagaba con la punta del tacón al entrar a la tienda, y uno que otro - de siempre menor suerte - recogía lo que aún se podía rescatar. El ciclo se cumplía sagradamente en cada esquina. Yo cumplía mi cuota, siguiéndome el ritmo.

De las vitrinas concluí; las de milhojas y las de selva negra anunciaban que ahora son menos los cumpleaños por ver. Hoy no compro tortas. Será otra persona quien sostendrá tu espalda en tierno sonriente gesto silencioso cuando soples.. Alejé la idea y la vitrina en cortos pasos, como quien acaba de decir algo en sugestivos puntos suspensivos..

Quizás si se vendieran respuestas y porqués de fondo, no venderían tanto. Cigarros, velas, cielo y ciudad. El ciclo se cumplía sagradamente en cada esquina..

13 de junio de 2009

Anónimo de nombre y apellido

Cuando el reencuentro sea el punto de partida, ahí voy a estar.

No me voy a esforzar en contar algo que todos sepan. Voy a dar por sentado que todos sabemos cómo es despertarnos con ganas de caminar. Un natural ejercicio de moverse de un lugar a otro por sí mismo, dejando de lado las comodidades modernas. Como el cavernícola que salió de la caverna. Como el exiliado. Como el cartero. Como Juan. Como el hombre mismo, que no camina sólo para moverse, sino también, muy de vez en cuando, para alejarse de su cabeza, como sus pasos lo hacen de su lugar de origen. Te alejas, te hundes, te metes y vuelves a salir en un tunelcito de anonimato, nada tiene que ver contigo, con ella, ni con nadie. Los faroles se han encendido, y apagarán más tarde. Y así. Los locales de San Antonio empiezan a cerrar, y yo no sabía que hoy abrían. La basura se recoge en el costado de cada calle, y el vaho de las respiraciones se agitaban por el llegar a casa. Las micros se tragaban a la gente, y se las llevaban lejos. Los demás miraban por sobre el hombro cómo se alejaban, y se volvían a esperar. Sólo cierta calma al andar te permite ver cómo los demás tropiezan y codean. Y la verdad es que me entretiene. Sólo cuando no soy uno de ellos. Al mantener la distancia, juego a esquivar, o a adivinar. O a veces cuando estoy indeciso, hago votación. Y siempre gano. Ahí la señora con el niño, lo tira con violencia del brazo, va practicamente volando por la calle. El niño mira a su madre, con miedo, con amor; es la única que tiene. El vendedor con los ojos perdidos cuenta las monedas dentro de su bolsillo izquierdo, y sujentando la caja con la otra mano, calculando si habrá fin de mes. Las parejas en frío calor buscan secretos de oído a oído, postergando el amor, 'espera a que lleguemos', se prometen. Una mujer sale de un local más adelante, y avanza por este lado de la vereda. Viene con el pelo mojado y peinado. Sólo mira el piso, no quiere toparse con nadie que la conozca. Yo tampoco te conozco. El local era un café.

Apuraba el paso. ('Yo tampoco te conozco')

'..espérame ahí, que yo.. te quiero,.. dónde los compro? Ya salí.. tarde, no la conozco, te lo juro.. vamos a tener que.. ese me tiene chata, no lo.. creo que tengo algo que decir.. hablamos más tarde.. el fin de semana..cómo??.. No tengo señal acá.. lo terminamos mañana, pues!, no, de todas maneras.. de aquí treinta días hábiles a más tardar.. sin falta...mañana... ' Y la conversación, aunque entre cortada, prometía, y seguía. En vista (?) de lo escuchado, convencido estaba que bien no estábamos, y que claro no hablábamos, y que decíamos lo que no pensábamos, y que el orden de las palabras en la oración invertíamos. Pero me entretenía, ya lo dije? Sólo cuando no fuera uno de ellos.

Santa Rosa con Alameda. A la vuelta de la esquina parecen más apurados, más tristes, más grices, más todo. Y yo los creo más íntimos a medida que pasan; él dice: mañana pediré aumento, ella piensa: van 4 días de atraso, me ignora. Otro gruñe: 'montón de payasos..'. Pasan rápido, más serios, más muertos, y yo los adivino al vuelo. Yo sé que sonrío, no porque me vea, sino porque quien me ve se molesta, o me sonríe de vuelta. Yo sé que voy lento, la gente me pasa, me empuja porque quieren ir primero, llegar primero, cruzar primero, salir primero, subirse primero, sentarse primero, empujar primero. Pero yo no, oye, yo no compito. Yo, por lo mismo, no pierdo. Por ese minuto, me siento más, como aquel que no se involucra, y va paralelo. Los segundos sin cáscara no me traban, no son excusa. Inhalo lo 'viviré'. Comprehendo lo despedazado.

Sra. Perfume-a-mall tiene problemas en el trabajo. Don Calvicie se cansa más rápido, pero quiere ver un nieto suyo. Srta. Ojitos-claros me distrajo, y lo sabe. Sr. Corbata-a-rayas piensa cuánto hay que humillarse para ser parte de algo. Sr. Cobranza no piensa en otra cosa que no sea en teatro. Doña 'Quiero-que-me-roben-el-celular' insiste que no piensa pagarle ni un peso a nadie. Sr. Dientes-picados piensa que miro mucho. Srta. Ejecutiva no tiene tiempo para huevás, sólo quiere que la tomen más en cuenta, o a veces, que sólo la tomen. Sr. Gay se pregunta si el Sr. del anuncio también lo será. Y Srta. Bonitos-Rasgos piensa que aquí Sr. Analítico piensa mucho, y de seguir así se tropezará con algo, por no caminar como se debe. Y yo diría que hasta le hallé la razón. Pero crucé al otro semáforo, y nos perdimos de vista.

Dónde andabai? - Salí a dar una vuelta.

Cuando el reencuentro sea el punto de partida, ahí voy a estar.

18 de mayo de 2009

sin asunto

Hoy me costó más levantarme. Me sentí exactamente como me siento ahora, cuando empiezas a decir algo no estando muy seguro de cómo lo vas a terminar. Quizás sea porque todo lo que escribo es ficción, todo en mi vida es ficticio, y la vuelta a lo real sea dolorosamente imposible. Casi tanto como levantarse.

31 de marzo de 2009

Mojado y perdido

Escápate dos días después,
y la última lluvia de agosto
te hubiese dejado oler
el camino vuelta a casa.

23 de marzo de 2009

Instrucciones


Y si todo sale bien;
en el metro
metro y medio
medio día
medio vagón
y medio riendo.

Puntual,
ah?

21 de enero de 2009

Palpitar de luz

La poca luz contará mis pasos, y sumaré de tr3s en tr3s, con pequeñas pausas, antes de explotar. Sigiloso, mordiendo el agrio nudo, apretándolo para no gritar. Apurado, esperando el filo, sangrando para no morir.

'No seas cómplice', y en violentas y delicadas pinceladas, vió palpitar lo último de su luz.
'No seas cómplice', susurrando, tatareando, mis manos sobre tus ojos.

8 de enero de 2009

Desayuno

Ah?

"Voy llegando, espérame para que desayunemos :) te amo". Estaba cansado y hubiese preferido seguir durmiendo. Tenía los ojos aguados, y la garganta a medio llorar. Un vaso con agua, pastillas, sus llaves, y su máquina contestadora sin recados ahí en su velador. Sujetó fuerte el celular, leyó de nuevo ese mensaje, y lo dejó caer a un lado de su cama. Ahí acostado sintió una leve y sana envidia, aunque era atroz reconocer no recordar cómo era ser esperado para desayunar. Número equivocado.


Ah?