12 de febrero de 2010

Ventana


Tengo una agradable ventana. Miento; tengo dos. Antes tenía una. Si antes tenía sólo una, y me encantaba, ahora con dos, tengo una vida para volverme a enamorar de ambas. Y a eso voy, tengo dos ventanas agradables, cada una con sus particularidades. De noche, que es cuando más se lucen, parecen ser las protagonistas de mi habitación, cuando los perros ladran, aúllan, y se ponen a copuchar, me vuelvo a la ventana, y la oscuridad allá afuera me traga, y me lleva, que entre menos veo, más me llama. Los pequeños focos a la distancia son otras sospechas, para gente poco creyente, que se afirma en su ventana a buscar cosas que realmente le hagan vibrar. Fuera luces, y me echo a volar en el paisaje, y comparto con los existentes fantasmas de personas con las que comparto el mismo cerro como fondo. Los que miramos al Sur no somos más distintos que los que miran al Este, pues al fin y al cabo todos vemos en el horizonte nuestras nucas. Llénenme, estrellas, que desde aquí su brillo es tenue. La ciudad y su frágil memoria colectiva han trazado líneas a base de mentiras, donde los crueles son los más aptos, por ende, sobreviven. Soy la temporal marioneta de estas luces, y danzo a un compás tal que rompe los lunes a viernes, y años bisiestos. Soy vocero de los condenados, que escriben a partir del sufrimiento bien sufrido, vale decir, la real verdad brota de ese susurro en las montañas que termina en la inevitable avalancha. Escuchando una conversación cruzada, oí 'Feliz con poco, infeliz por cualquier cosa'. Le encontré razón, después me retracté. Al final me confesé que soy la oscilación permanente de ambas frases. Miro mi casa desde lo alto, se ve chiquitita, parecida a las demás. Presiento el inapelable proceso de ir y volver, esa misma "felicidad por poco", de flotar, de viajar sin moverme, y esa "infelicidad por cualquier cosa", por volver, porque la noche se acaba, como si fuera la última de las noches...


Entiendo que tengo dos ojos, que 'una mano lava la otra', que un paso le sigue al otro, que 'dos' es la clave, la ambivalencia entre nacer y morir, en perder y encontrar.



Que ventanas tengo dos; por una salgo, por la otra, aterrizo.