29 de abril de 2012

Manos en los bolsillos

Vente a vivir a mi cabeza,
te dije.
Si eso no resulta, te quedas en el rabillo
sáltate a mis lentes,
así, no tendría que ni decirte dónde mirar,
para reírnos de lo mismo.

Cuando abrazarte se hace poco,
se me ocurren estas ideas
de hacerte chiquitita,
y guardarte en mis cosas
como una foto de carnet en billetera,
así, meterte en un bolsillo,
para siempre
caminar de la mano.

24 de abril de 2012

Confesionario de Madrugada

Entre las 3 y 4
comienzas con tus lamentos
miedos y fobias de sábanas
que en los míos hallan eco.

Si un abrazo ciego no basta,
intuyo un beso hacia tus labios
que tu respiración delata.

Y antes que la ciudad
huela a pan tostado y agua hervida,
intercambiamos confesiones 
en la oscuridad cómplice,
balbuceos descifrables solo
para los que temen,
y lloran
juntos.

14 de abril de 2012

Atajo

Anotó las últimas palabras que le sonaron en la cabeza, pues estaba seguro que bastarían. Anotó lo poco y sin preocuparse de si volvería a encontrar el camino de vuelta... Irónicamente, escribirlo sería olvidarlo.

4 de abril de 2012

En la penumbra de verse

Coinciden. El momento donde veo mis regalos en el piso, olvidados por tu descuido doméstico. El momento donde empiezo a despertar de la ilusión donde mi nombre tiene que ver con el tuyo. Me opongo a la idea que es algo inmenso que se apaga en el vacío porque si bien no es mesurable, es palpable, es real como los nombres en la historia, y trágico, como éstos al olvido. Aún así, lo nuestro prueba ser un círculo, que iluminado por dentro no tiene rincones oscuros. Puedes recogerlos, los regalos del piso, y los nombres de la historia, y yo podría abrazarte en la penumbra, si aún queda luz para vernos las caras.