23 de abril de 2013

Tejedora

Envidié a la diminuta araña que flotaba suspendida solo gracias a un largo hilo. Imagino que tejió lo suficiente como para, desde el borde de una cornisa, lanzar su invención al aire y dejarse arrastrar por fuerza propia. No tengo pruebas para esto que vi. La araña tampoco.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario