13 de julio de 2009

Ni en el arder del cigarro


Lo apagué cuando dió amarillo. El fuego me lo dió un cartero.

Ciudad entre cerros. Y yo echando humo. Alguien los compraba en el quiosco, a otro lo vi botar una encendida bocanada, ella lo apagaba con la punta del tacón al entrar a la tienda, y uno que otro - de siempre menor suerte - recogía lo que aún se podía rescatar. El ciclo se cumplía sagradamente en cada esquina. Yo cumplía mi cuota, siguiéndome el ritmo.

De las vitrinas concluí; las de milhojas y las de selva negra anunciaban que ahora son menos los cumpleaños por ver. Hoy no compro tortas. Será otra persona quien sostendrá tu espalda en tierno sonriente gesto silencioso cuando soples.. Alejé la idea y la vitrina en cortos pasos, como quien acaba de decir algo en sugestivos puntos suspensivos..

Quizás si se vendieran respuestas y porqués de fondo, no venderían tanto. Cigarros, velas, cielo y ciudad. El ciclo se cumplía sagradamente en cada esquina..

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