Que qué hacía? Ahm!, pues nada. Hasta que llegaste me entretenía en los quehaceres. Me gusta tener todo limpio, claro, como para ocasiones como ésta. Barrí el pasillo, debajo de los sofás, sacudí el polvo de las ventana que hace mucho que no abro, y creo que hasta enderecé los cuadros que están en la entrada. Sí, son esos mismos. ¿No dijiste que te gustaban? Ah, eso creí escuchar (Creo que los cambiaré de lugar).. Pero bueno!, claramente por los cuadros no viniste, no, claro que no. Oh, sí,.. ajá, debe ser interesante eso que tú haces allá afuera. Aunque siempre me ha sonado muy ajeno, me esfuerzo por entenderte, o sea, entender eso, lo que tú haces. Te tengo tu abrigo? Ah, sí, es cierto, siempre tienes poco tiempo. Bueno, ven, siéntate, ya es la hora del té. No, no tardará mucho. Ah, es que siempre pongo un poco más de agua, ya sabes, por si se aparece alguien..
Debo confesártelo, pero siempre que estoy así, sujetando mi café y mirando a través de este frío y empañado cristal hacia la calle me pongo a pensar, en todo y en nada, una sensación poco común, de cobijo enternecedor por una parte, recordar nuestras conversaciones, que eran cómodas como pensar en voz alta, profundas, de alma, y largas conversaciones. Y la sensación de falta, por la otra parte. Esa falta, sensación de la cual esta misma ventana ha sido testigo, que a la sombra cómplice de unas canciones, han visto cómo te espero. No es la lluvia a la que admiro allá afuera, y mi maldito afán por ordenar, en realidad, me ayuda a no voltearme a la tortuosa espera ante esta ventana. Y al verte aquí, bueno, vernos aquí ambos sentados uno frente al otro, viendo el tiempo morir a lo largo de esa ventana... casi no tengo palabras. (...) Antes no dudabas tanto en darme tu mano. Sí sé que cambian. Qué importa que sea tarde? Nunca ninguno de nuestros encuentros podía cronometrarse, siempre dijimos, y eso no cambia. Con la primera taza de café ya parecía que te quedarías, mínimo, por otras tres más. (...) No, gracias. Ya dejé de fumar, ehm, creo que porque finalmente entendí que las cosas que te hacen mal hay que dejarlas. Sí, en ese caso tienes razón, sí cambian las cosas, y cómo cambian. Bueno!, tampoco tú eres la excepción, si es que en eso estás pensando. Cómo?, pero si es evidente, no sé si es ese nuevo trabajo en el que estás, o el tiempo y la distancia que te hicieron así, no sé, tan distante, tan hábil para mentir, para ocultarme lo que sientes, yo aún puedo adivinarte,
eso no cambia, cariño.. (...) No, por qué? Creo que las pusiste en la caja esa, donde guardas las fotos que te gustan.. lo que quiere decir, entonces, que aún les guardas un poco de aprecio, qué extraño, ¿Aún guardas esas cartas? en el fondo pensaba que siempre las viste como un pequeño afán mío, aunque a veces me gustaba dejarme convencer de lo contrario con tu sonrisa.. Cómo?, no.. ya dejé de escribir.. Mhmm.. sí, para que veas tú.. Por qué?, Por quién, quizás.. Sí, conveniente, no? Pasa que así como ni en el arder del cigarro, así tampoco en el fondo de cada botella, nunca, en medio de ningún verso te encontré, y eso de buscar y no encontrar, cansa a cualquiera, ¿no crees?.. (...) Sí, ya sé, y despidiéndonos siempre hemos sido torpes, asique.. ehm.. yo me iré en esta dirección, y tú ya sabes dónde está la puerta.. no lo sé, pero ayúdame con esto, es que ni siquiera quiero ver cómo te vas, sólo quiero que al volver ya no estés, lo prefiero así.. (...) Siempre pienso en lo que es prudente y en lo que no, en lo que sería sabio hacer y lo que no, y como muchos, a veces pienso que pienso demasiado, pero me hubiese gustado decirte más.. pero pasa que siempre ese momento coincide con el minuto en que no quieres escuchar más.. (...) de nuevo aquí, esta misma almohada, la luz mortecina, los gatos sobre el tejado, la sombra del árbol que se proyecta e invade mi habitación, todo esto, adorna y acompaña mi última desatada locura y viaje de ideas antes de caer dormido, sí, todo este arrepentimiento una vez más, debí decirlo, ya basta de estas lágrimas a medio llorar, es mi patética condición, llanto y anuncio en la misma garganta, siempre pensé que mis gestos hablaban por mí, pero ya ni de los gestos me puedo fiar, y aunque trato de no decirlo para evitar el hecho,
te amo, con más locura que lógica, con más silencio que intención, con más equivocaciones que aciertos, con más susurros que gritos, con más tropiezos que pasos, con más paciencia que cercanía..Si no te amara tanto, dejaría de contestar el teléfono con tanta prisa,
Si no te amara tanto, quizás qué cosas..
Si no te amara tanto, no imaginaría que me visitas..
Hasta que actualicé. El que tenga algo que decir, que lo diga, demonios.